Hay personas que no están tristes todo el tiempo, pero tampoco se sienten bien. Que cumplen con todo lo que se espera de ellas, pero por dentro sienten que algo se apagó. No están en crisis, pero tampoco en paz.
Solo… sobreviven.
Y como pueden seguir funcionando, lo que sienten se normaliza. Se confunde con el carácter, con la adultez, con el estrés. Pero muchas veces, lo que hay detrás es una forma de depresión que no hace mucho ruido, pero que va desgastando por dentro.
A eso se le llama depresión persistente, o distimia. No se siente como un derrumbe, sino como una tristeza silenciosa que se queda.
No te detiene, pero tampoco te deja disfrutar. Y lo más difícil es que, con el tiempo, podrías dejar de notar que está ahí.
Clínicamente, se conoce como Trastorno Depresivo Persistente (según el DSM-5), y se caracteriza por un estado de ánimo bajo durante al menos dos años, junto con síntomas como fatiga, baja autoestima, alteraciones del sueño o del apetito, y dificultad para concentrarse. Pero muchas personas conviven con esto sin saber que tiene nombre y tratamiento.
¿Y si ya te acostumbraste a sentirte así?
Lo más engañoso de esta forma de depresión es que no siempre se siente como un problema. No te tumba. No te impide levantarte ni ir al trabajo. A veces incluso puedes reírte, cumplir con tus pendientes, tener momentos buenos. Y justo por eso, pasa desapercibida.
Con el tiempo, ese cansancio emocional, esa apatía o esa tristeza ligera pero constante se empiezan a ver como parte de tu personalidad. “Siempre he sido así”, “yo no soy de emocionarme mucho”, “es que la vida es así”, empiezan a sonar como verdades. Pero muchas veces no lo son. Son formas de adaptación a un malestar que se volvió crónico.
Es importante aclarar que no todo cansancio emocional es depresión. A veces, solo estamos atravesando una etapa difícil o nos sentimos desconectadas por razones puntuales. Pero si esto que sientes ya se ha vuelto tu forma habitual de estar, es importante prestarle atención.
También está el entorno. Las personas alrededor pueden no notarlo, o restarle importancia. Frases como “todo el mundo tiene días malos” o “solo estás estresada” refuerzan la idea de que no hay nada serio pasando, y que deberías simplemente seguir adelante.
Así, sin darte cuenta, podrías estar conviviendo con una tristeza silenciosa desde hace años. Y mientras más tiempo pasa, más difícil es ver la diferencia entre “esto soy yo” y “esto es algo que me está pasando”.
Las razones por las que no lo ves (y nadie más tampoco)
Hay varias razones por las que esta forma de malestar se vuelve invisible. No solo para los demás, sino también para ti. Algunas tienen que ver con tu día a día, otras con lo que nos enseñaron sobre cómo deberíamos sentirnos.
1. Porque sigues cumpliendo con todo
Puede que vayas al trabajo, tengas reuniones, respondas mensajes, incluso te rías de vez en cuando. Y como puedes con tus responsabilidades, es fácil pensar que estás bien. Pero estar funcionando no siempre es lo mismo que estar bien.
2. Porque no quieres parecer “débil”
Muchas personas evitan hablar de lo que sienten por miedo a ser juzgadas, a que las vean como negativas, dramáticas o “muy sensibles”. Entonces se guardan lo que les pasa, y aprenden a convivir con ello sin hacerlo visible.
3. Porque no sabías que esto también es depresión
Tal vez nunca te dijeron que la depresión no siempre se ve como en las películas. Que no todas las personas deprimidas lloran o se quedan en la cama. A veces se siente como vivir en modo automático, con poco entusiasmo por la vida, como si todo fuera gris aunque por fuera parezca en orden.
4. Porque cuando miras a tu alrededor, crees que es “normal” sentirse así
Ves que otras personas también están cansadas, apagadas, desmotivadas… y piensas que es parte de la vida adulta. Pero no lo es. Estar así de forma constante no debería ser tu línea base.
Consecuencias de vivir con una tristeza que nunca se va
Cuando este tipo de tristeza se queda mucho tiempo sin ser atendida, empieza a afectar cosas importantes, incluso si tú no te das cuenta al principio.
1. Tu motivación se apaga
Con el tiempo, se vuelve más difícil ilusionarte con algo, hacer planes o proponerte metas. Todo empieza a sentirse lejano o sin sentido. Y aunque sigues haciendo lo que “tienes que hacer”, nada te mueve realmente.
2. Tus relaciones se enfrían
Cuando vives apagada, con poca energía o irritable, es normal que empieces a alejarte de la gente. No porque no los quieras, sino porque simplemente no tienes espacio emocional para conectar. A veces se siente más fácil aislarse que explicar lo que te pasa.
3. Tu cuerpo empieza a notarlo
La tristeza sostenida también se manifiesta físicamente: sueño irregular, cambios en el apetito, dolores sin causa clara, o más vulnerabilidad ante enfermedades. Lo emocional y lo físico no están separados, aunque muchas veces intentamos tratarlos como si lo estuvieran.
4. Y puede volverse algo más grave
Sin acompañamiento, esta forma de depresión puede intensificarse o derivar en otros trastornos, como ansiedad, crisis de pánico o conductas de desconexión (como comer en exceso, consumir alcohol, o simplemente “apagar la mente” con distracciones constantes).
Por eso es importante no dejarlo pasar. No porque estés en riesgo inminente, sino porque mereces sentirte mejor de lo que te has acostumbrado a sentirte.
Tal vez nunca te detuviste a pensar si lo que sientes es normal… o simplemente habitual. Pero antes de cerrar esta lectura, te invito a hacerte algunas preguntas:
- ¿Hace cuánto no te sientes realmente entusiasmada por algo?
- ¿Te describes como “alguien apagada” o “que siempre ha sido así”?
- ¿Sientes que funcionas… pero no estás disfrutando?
- ¿Has dejado de esperar sentirte mejor porque crees que ya es parte de ti?
Si algo de esto te resonó, no estás sola. Y no estás rota. Puede que solo estés muy cansada de cargar con algo que nunca supiste que podías soltar.
Estar así no es tu culpa. Pero salir de ahí sí puede ser tu decisión. No de un día para otro, ni con soluciones mágicas, pero sí con pasos pequeños y acompañados.
La tristeza no tiene que ser tu normal. Sentirte desconectada no tiene que ser tu identidad.
Buscar ayuda no significa que estés fallando. Significa que por fin estás dispuesta a estar mejor.
Fuente: Aurora de la Oz. (2025, julio 7). Cuando te acostumbras a sentirte mal y no te das cuenta: la depresión persistente. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/te-acostumbras-a-sentirte-mal-no-te-das-cuenta-depresion-persistente