Personas pagadas de sí mismas, que solo piensan en demostrar que son superiores a los demás. ¿Qué hay detrás de estos rasgos de grandiosidad? Te lo contamos en este artículo.
Todos, en mayor o menor frecuencia, nos encontramos con un ególatra en nuestra vida. Si hemos tenido suerte, es de manera efímera o pudimos alejarnos; con menos suerte, habremos lidiado con un método de defensa bastante dañino ante las propias inseguridades.
Pero, ¿en qué consiste esta personalidad? ¿Todo aquel que se quiera a sí mismo lo es? No. Es importante diferenciar el culto a uno mismo de una buena autoestima, para actuar de una manera efectiva en la relación. Por eso, aquí encontrarás una definición detallada y algunas señales que ayudan a identificar a estos individuos.
¿Qué es la personalidad ególatra?
La egolatría es la actitud de adoración hacia la propia persona. Por tanto, el ególatra es aquel cuyo amor propio va más allá de lo sano y realista, alardeando hasta crear un culto hacia sí mismo.
Esta visión exagerada es causa de problemas en las relaciones sociales, pues implica una autopercepción distorsionada y sentimientos de superioridad.
Rasgos y comportamientos que caracterizan la egolatría
Una personalidad ególatra se caracteriza, como hemos dicho, por el culto a sí mismo. A continuación, te compartimos sus rasgos distintivos.
1. No toleran bien las críticas
Responden a ellas con agresividad o negación. Suelen tener una actitud defensiva en cuanto detectan cualquier amenaza para su «grandeza». En contrapartida, buscan el halago de los demás.
2. Se sienten superiores
Los ególatras hacen alarde de logros y posesiones y disfrutan cuando otra persona siente envidia o celos de ellos. De hecho, sus análisis de las situaciones están distorsionados, pues los hacen desde el prisma de la superioridad.
También realizan comparaciones muy a menudo, tanto consigo mismos como entre personas ajenas. Además, es común ver que atribuyen a los demás rasgos y motivaciones que parecen incorrectos, ya que son proyecciones de sí mismos.
Se teoriza que este engrandecimiento de la propia persona es una barrera para no enfrentarse, paradójicamente, a sentimientos de inferioridad. Una autoestima mermada, que lleva a la necesidad de admiración y que, a su vez, trata de conseguirse a través del autoenaltecimiento.
3. Son materialistas
Los ególatras dan mucha importancia a símbolos de poder, como el dinero o las posesiones materiales. Tienden al exhibicionismo, en el sentido de alardear de posesiones y de sus propias capacidades.
4. Tienen relaciones sociales poco funcionales y satisfactorias
Estas personas suelen producir rechazo social, por lo que tienden a ser solitarias. Su empatía no está desarrollada, aunque no carezcan de ella; solo que no conectan con los demás tan a menudo o de manera tan profunda como quien no posee esta personalidad. Debido a esto, menosprecian o no tienen en cuenta las necesidades y las emociones de otros.
5. Poca ética
Emplean métodos poco éticos para quedar por encima de los demás, como la crítica agresiva o la humillación. Sus relaciones tienden, por tanto, a ser superficiales y, a menudo, utilitarias.
¿La egolatría es un trastorno?
Ser ególatra es un tipo de personalidad, no un trastorno, por lo que no tiene cabida en el Manual Nosológico de Trastornos Mentales DSM-V. Ahora bien, si estos rasgos se exacerban, hasta el punto de producir incapacidad para hacer vida normal (perder trabajos, aislamiento social, conflictos, etcétera), se podría pensar en un trastorno narcisista de la personalidad (TNP).
En muchas ocasiones, el límite entre ambas etiquetas es difuso y se requiere de la intervención de un profesional de la psicología para diferenciarlos.
¿Cómo lidiar con una persona ególatra?
Las recomendaciones para tratar con alguien que tiene este tipo de personalidad son similares a las del trastorno narcisista. Al ser personas que menosprecian a los demás y están demasiado centradas en sí mismas, el primer consejo suele ser alejarse lo antes posible.
En ciertos escenarios, como el trabajo o el hogar, no es posible cortar la relación. En estos casos, la recomendación de los expertos es establecer límites estrictos en el trato con ellos y limitar las interacciones. Algunos ejemplos serían los siguientes:
- No cedas ante sus adulaciones: lo más seguro es que haya intenciones de manipulación detrás.
- No compitas: enfrentarse en ese sentido con estas personas solo logra que consiga escalar el conflicto.
- Trata de no tomarte sus palabras y actos de forma personal: recuerda que ellos son el centro de su propio universo.
- Delimita tu trato: si quieren hablar contigo, limítales el tiempo. No te dejes interrumpir ni entres a responder a sus ataques.
- Emplea la asertividad: «no voy a tolerar que hables mal de mi compañera», «si vas a saltarte estas reglas, hazlo en solitario», etc. Es la única manera de parar la presión que ejercen para controlar a los demás.
La egolatría y la terapia
Para terminar, debes saber que este tipo de personalidad se puede pulir y mejorar con la ayuda de la terapia psicológica. En consulta se suelen utilizar técnicas como la reestructuración cognitiva o la desensibilización sistemática, para los sesgos y fallos en la interpretación y para ayudar a tolerar mejor el rechazo y la crítica, respectivamente.
Recuerda que las personas ególatras esconden su inseguridad tras una máscara de superioridad y que tienen una gran necesidad de aprobación. En ningún caso es tu responsabilidad «arreglarlas». No obstante, tampoco es productivo entrar en guerra con ellos, pues también están sufriendo.
Fuente: Sara González Juárez / lamenteesmaravillosa.com