La relación entre la ansiedad y la respiración es máxima. Cuando sentimos ansiedad, muchas veces aparece una sensación de ahogo, una molestia en el pecho o en la boca del estómago, o simplemente sentimos que nos falta el aire. Y aunque parezca solo un síntoma, lo cierto es que la forma en que respiramos está directamente relacionada tanto con las causas de la ansiedad como con su posible solución. Por eso, intentar afrontar la ansiedad sin tener en cuenta la respiración no ofrecerá resultados a largo plazo.
En este artículo vamos a ver cómo se relacionan la ansiedad y la forma de respirar, y qué soluciones pueden ayudarte a vivir sin ansiedad de forma estable.
Todo lo que vas a leer está basado en mi experiencia directa acompañando a personas en procesos de cambio y terapia, especialmente en casos de personas que tenían ansiedad y que pudieron superarla gracias a la respiración y el desarrollo de la terapia.
Entendiendo la ansiedad
Antes del año 2020, aproximadamente la mitad de las personas que acudían a mi consulta por procesos de cambio y terapia venían por ansiedad. Hoy en día, ese porcentaje se ha disparado: prácticamente el 100% de las personas que acompaño presentan ansiedad en algún grado. Esto no es casualidad. Vivimos en un mundo con exceso de estimulación digital, una creciente adicción tecnológica y una constante sobrecarga de información. Todo eso nos confunde y nos aleja de las soluciones reales.
Es importante entender qué es la ansiedad. Se trata de un miedo que ha alcanzado un nivel muy intenso, ya sea generalizado o focalizado en alguna parte de tu vida: relaciones, trabajo, situaciones sociales, conversaciones difíciles… La ansiedad no es una enfermedad. Y esto hay que repetirlo con fuerza: la ansiedad no es una enfermedad. Pensar que lo es nos lleva a tratarla solo con psicofármacos, lo que cronifica los síntomas sin llegar nunca a la raíz.
Voy a dejarte un vídeo donde te hablo sobre la relación entre la ansiedad y la respiración por si prefieres este tipo de contenido (el artículo continúa más abajo).
¿Qué es realmente la ansiedad?
La ansiedad es una sensación desagradable que puede aparecer en momentos de la vida donde hay mucha incertidumbre o sentimos que hemos perdido el control: el primer día en un nuevo trabajo, una mudanza, una cita importante, hablar en público… Son situaciones que pueden generar ansiedad sin que eso signifique que tengamos un trastorno.
El problema surge cuando esta ansiedad se vuelve frecuente, intensa y duradera. Ahí entramos en un estado de alerta que da lugar a pensamientos intrusivos, anticipación constante, sensación de ahogo, agotamiento y, a la larga, desánimo.
Sin embargo, detrás de todo esto hay algo que suele pasar desapercibido: empezamos a respirar de forma rápida y superficial. Ese cambio en la forma de respirar es muchas veces la primera causa que desencadena toda la cascada de síntomas.
La respiración como detonante de la ansiedad
Nuestro cuerpo no miente. Y cuando se trata de ansiedad, el cuerpo responde de forma automática. El diafragma, que es un músculo muy grande encargado de facilitar la respiración, actúa como un fuelle: se expande y se contrae de forma amplia y rítmica cuando estamos tranquilos. Pero cuando vivimos con ansiedad, el diafragma apenas se mueve. Nuestra respiración se vuelve rápida, corta y superficial. Es la respiración de alguien en estado de alerta.
Y vivir así agota. Nos mantiene en tensión, porque es como si el cuerpo estuviera esperando un peligro que nunca llega. Por eso, la respiración superficial no solo es un síntoma de la ansiedad: es también una de sus principales causas fisiológicas.
Lo más importante de todo esto es que hay solución. Y no solo es posible superar la ansiedad, sino que se puede hacer de forma estable. Vamos a ver cómo.
Respirar de forma completa para superar la ansiedad
La respiración completa es la forma natural de respirar del ser humano… y también del resto de los mamíferos. Es la respiración que tenemos cuando estamos profundamente dormidos, cuando nos sentimos en calma, cuando no hay miedo ni tensión. Es el tipo de respiración que necesitamos recuperar si queremos volver a nuestro estado natural.
Y para lograrlo, hay que seguir varias fases:
Primero, aprender a respirar de forma completa. Esta es una de las primeras cosas que trabajamos en un proceso de cambio y terapia. Por eso, en mi forma de acompañar, no pongo límite de consultas: así podemos ver juntas o juntos cómo afecta la ansiedad en tu día a día y cómo empezar a reducir su intensidad.
Segundo, observar cómo gestionas tus emociones en la actualidad. La ansiedad suele estar relacionada con emociones como el miedo, la culpa, la ira o la inseguridad. No se trata de eliminar esas emociones, sino de aprender a entenderlas y gestionarlas de forma funcional. Porque el problema no son tus emociones: el problema es cómo las interpretas y las manejas.
Tercero, trabajar con todas las partes de tu personalidad, no solo con la ansiedad. La ansiedad es una consecuencia. La solución está en ti, en tu forma de vivir, en cómo entiendes el mundo y te relacionas con él. Por eso, en un proceso de cambio real trabajamos con la respiración, sí, pero también con tu autoestima, tu sistema de creencias, tu comunicación, tus relaciones… Todo está conectado.
Cuarto, contar con un plan de acción. Esto significa aterrizar todo lo anterior en cambios concretos que puedas aplicar en tu vida. Este paso suele darse en una sesión específica, donde buscamos juntas o juntos qué es lo que realmente necesitas cambiar para estar mejor. No se trata de hacer grandes revoluciones: muchas veces, pequeños ajustes marcan una gran diferencia.
Y finalmente, contar con compañía constante. Para mí, esta es una de las claves. Por eso no solo ofrezco sesiones, sino un proceso continuo, con herramientas semanales, seguimiento y acompañamiento cercano. Así no solo mejoras en el presente, sino que aprendes a enfrentarte con más fortaleza a las dificultades que puedan venir en el futuro.
La respiración natural no es profunda
Hay una idea muy extendida pero errónea: que para calmar la ansiedad hay que “respirar profundamente”. Esto no es cierto. Respirar profundamente solo sirve para una prueba médica o deportiva. Del mismo modo que no llenas tu estómago hasta el tope para estar bien alimentado —porque te causaría una indigestión— tampoco debes llenar tus pulmones de aire como si fueran globos.
La clave está en la respiración completa, que es la que implica diferentes zonas: clavículas, pecho, boca del estómago, abdomen… Es una respiración que no fuerza, que fluye. Y es justo lo contrario a lo que hacemos cuando estamos ansiosos.
Por eso, cualquier intento de tratar la ansiedad sin atender a la respiración es como intentar limpiar una habitación entera con una simple servilleta. La ansiedad necesita un enfoque integral, profundo, realista y humano.
Fuente: Rubén Camacho. (2025, mayo 8). Ansiedad y Respiración: ¿Cómo se relacionan?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/ansiedad-y-respiracion-como-se-relacionan